El Hundimiento de Nyarlathotep
Los Legendoides deben continuar con su campaña de Las Máscaras de Nyarlathotep, le pese a quien le pese, y así nos lo hace saber Salino con este video montaje:
Mascaroides en NY – ¿Quién teme al padre Leclerc?
APARTAMENTO 310
DEL HOTEL CHELSEA
Del 20 al 27 de febrero
El interés por los libros de Carlyle parecía haberse esfumado. NADIE en el grupo a excepción de Lee se preocupó por conseguirlos reteniendo al padre Leclerc, actual propietario de la extraña colección. El cura canadiense accedió a dejar el hotel donde se hospedaba para instalarse en la planta inferior del apartamento donde residían Peterson y Sforza, en el Chelsea.
Se barajó la idea de que Leclerc acompañara a alguna de las expediciones, fuera a Shangai o a Londres. Pero casi nadie confiaba en el quebequés después de que Harland descubriera aquel símbolo en su habitación. Ni siquiera la propia Lee, que sólo quería tener los libros a salvo. La excepción fue Peterson que teniéndolo de vecino, empezó a pasar tiempo con él.
Durante unos días, el fotógrafo intercambia impresiones con Leclerc sobre la nueva venida de un dios o dioses. También le dice estar convencido de que la humanidad no está preparada para tales acontecimientos, pero que el mundo tal y como lo conocemos desaparecerá. No le cuenta todo lo que sabe y ha vivido (de hecho es mucho lo que no recuerda), pero sobret todo comparte su experiencia sobre la Secta de el Crepúsculo de Plata.
– Hay muchas verdades entre las sectas, pero parece que no se ponen de acuerdo en una sola… las vidas de las personas hay que cuidarlas y proteger de tales terrores, no todo el mundo está capacitado para conocer – asegura el fotógrafo.
A Leclerc no le soprende ni le inquieta todo lo que le cuenta Peterson. Es más, el cura canadiense le explica teorías e ideas más aterradoras y explícitas sobre los horrores que acechan a la humanidad. También le cuenta sus experiencias en Quebec y por todo el Canadá, combatiendo a vampiros o a sectarios de una deidad elefantina; encuentros con sasquatch y alienígenas fungiformes o diálogos con brujos de edades imposibles, entre otros misterios. De su trato con Carlyle y sus compañeros anteriores, no contaba nada, de momento.
Pasados unos días, Leclerc tomó a Peterson como un colega y a Lee como un aliado. La oriental velaba por la seguridad del quebequés con la ayuda de Aussie y Spade, vigilando su apartamento y llamándole a horas convenidas para asegurarse de que todo iba bien. Siendo La Lengua Sangrienta de Nueva ork sólo una sucursal de la de Kenia, toda precaución era poca. De ahí que tanto a la mestiza como a Roy les diera permiso para acceder a los libros.
Finalmente, Peterson no pudo resistir la tentación y, en una de sus charlas con Leclerc alrededor de una taza de té, de intentar sonsacarle información acerca de La expedición Carlyle
– Quisiera que me pusiera al tanto. Seguro que de sus tratos con la señorita Erica obtuvo algún detalle – dice Peterson – Un buen amigo, Elías, murió buscando a la expedición y sus motivos. Y yo estoy buscando alguna pista sobre las intenciones que tenía dicho grupo, pues creo que el origen sectario puede estar por ese camino.
El cura calló durante un buen rato. Meditando si le respondía. Y si lo hacía, hasta donde podía explicar.
– Es un mistegio paga mí tambiéng – reconoce con tono muy serio mientras deja su taza en la mesilla – La investigasión que llevamos a cabo contgatados pog la Caglyle se centgaba en aveguiguag qué había de vegdad en las afigmasiones de usted y Chambegs sobge la supegvivensia de su hegmano. Pego sobgetodo estaba integuesada en los sectaguios que habían asaltado la mansión años atgás, cuando la muegte de la espedisión, intentando gobag pgesumiblemente los libgos que obgan en mi poderg. Ninguno supimos pogqué viajagon a Kenia, pego intuyo qué buscaba Rogeg Caglyle en Egipto. El único libgo que no me entgegó la Caglyle hablaba de una antigua gueligión, macgabgra y secreta pgesente en el Antiguo Egipto. La vida como un dios cgeo que se llama. Lo tiene Pogteg, cgeo. Guelata la expeguiensias de un soldado inglés del siglo XIX que entgó en contacto con dicha secta y sucumbió a ella. Guecuegdo que…
adoraban a un Fagaón Neggro.
CONTINUARÁ…
«Disparo a Frini»
GUARDIÁN: Hay un joven llamando a la puerta de la habitación de Jackson Elías.
JUGADOR: Vale. Le disparo
Mascaroides en NY – Lelland y Madam Moulian
THE ARLINGTON HOTEL FOR WOMEN
SUITE PRINCIPAL
21 DE FEBRERO DE 1925,
A PRIMERA HORA DE LA TARDE
El pobre Lelland se sentía observado, escrutado, amenazado. Y no era para menos. Decenas de mujeres y algún que otro hombre empleado del hotel lo miraban con cierta inquina. El hall del Arlington era bastante lujoso, aunque demasiado florido y recargado. El geólogo aguardó su turno frente al mostrador de recepción intentando no prestar atención a aquellas miradas insidiosas.
Todo acabó cuando una botones se le acercó, sonriente.
– ¿Señor Lelland?
– Sí, soy yo.¿Quién le ha dicho mi nombre? Busco una mujer…
– Debe usted referirse a Madam Moulian – sonríe divertida – Ella me dio su nombre. Me envía a buscarle. Acompáñeme, por favor.
– De cuerdo, joven, le sigo.
La chica se dirigió al ascensor y le dijo al grum que los llevara al último piso. Allí la Suite Principal ocupaba toda la planta. La decoración y mobiliario eran suntuosos, algo menos recargados que en el hall. Olía a incienso y a ceras. La penumbra era onipresente, con luces indirectas o velads con pañuelos de diseños floridos. La botones dejó a Lelland en el recibidor y regresó al ascensor para desaparecer al cerrarse las puertas. De lejos se oía un gramófono del que salía una música zíngara de melodía hipnótica.
– Hay alguien aquí? – Lelland dijo en voz alta – Holaaaa! Señora Moulian…Desde lejos oyó una voz de extraño timbre. Lelland dudó si era un hombre o una mujer.
– Pase, pase, señog Lellánd – dijo desde el final de un pasillo – Le estaba espegando.
Al fondo vió el resplandor de una luz rojiza. El resto de la estancia estaba en penumbra. Lelland fue hacia la luz entornando los ojos. Llegó a una salita iluminada tan solo por una lamparita de pantalla roja y el resquicio de luz natural que dejaban pasar unas pesadas cortinas. La silueta de una persona estaba sentada en un opulento sillón. La luz de la lámparita solo mostraba el cuerpo algo rechoncho y contrahecho de una mujer, vestida con un chaqueton de piel. Sólo se distinguía la silueta de su cabeza, tocada con un sombrero propio de una dama inglesa rica y hortera.
– Tome asiengto, pog favog – le pidió en un inglés con toques de francés, eslavo y un idioma que Lelland no reconocía – Supongo que quierre pgeguntarrme cochas. ¿Desea tomar algo o no se fía de mí?
En una mesillla cubierta con un largo mantel granate y borlas en sus bordes descansaba una bola de vidrio sobre un pedestal de bronce.
– Por favor, dígame todo lo que hemos investigado juntos – quiso saber Lelland – cómo nos conocimos, qué tramábamos, en fin, todo lo que rodea nuestra amistad.. Y un whiskey irlandés, por favor
Madam Moulian rie a carcajadas
– No fue conmigo, queguido – dice al acabar – Fue con el señog Elías
– Sí, ya se que estábamos investigando la expedición Carlyle con él, pero por qué? Cómo empezó todo? Tengo amnesia, pero se que usted y yo trabajamos codo a codo…Le mira con cariño antes de responder. Parece como si una luz del más allá le iluminara el rostro y su voz hablara desde el Averno.
– No fuiste tú, queguido. Si acaso tu cuegpo. Otros se sigvieron de él paga ayudag a Elías a gacabag toda esa infogmasión y ponegla a tu disposisión y al de tus compañegos cuando gegresaras. En la mina de Sudfgica, ¿guecuegdas?. Allí te Fuiste. ¿Con que fing? Para volveg a abgig los Caminos que utilisan en su ig y venig pog el Contínuo. El Caos Gueptante desafió a La Llave que abgre la Puegta, rasgando sus dominios.
– El caos repatante? Que es eso? Y quien es el que tiene la llave?
– El Caos es el Enemigo a batig, el que mueve los Hilos de aquello que condenó a Roger Caglyle y esto es más de lo que nesesitas sabeg. En cuanto a la Llave… hasta ami eso se me escapa – hizo una pausa – No estoy seguga de en qué Mundo estamos… si tu estas vivo… ¿Petegson a donde igá a jnvestigag? ¿Oguiente u ocsidente?
– ¿Cómo que en qué mundo estamos? ¿Qué dice? Claro que estoy vivo! Acaso está loca? Dígame todo lo que sabe, por Dios se lo pido. Yo estoy a oscuras. Mi amnesia después de la mina, horribles visiones de seres de otro mundo en una biblioteca gigantesca, años perdidos.. ¿Qué me ha pasado? ¿Qué estamos investigando? Y ese ser que conduce un carro tirado por seres Alados.. Dios, ayudéme.. Si no me ayuda soy capaz de usar la violencia.. He sobrevivido a la Lengua Sangrienta.. Peterson irá a Oriente, yo también, creo. ¿Por qué? – Lelland estaba nervioso y hablaba atropelladamente – Respondame! Y sujeta a Madame con fuerza de los brazos, histérico…
Una fuerza invisible de repulsión te arroja a dos metros de la mujer
– ¡¡Por todos los Arcanos!! – exclama Moulian mientras la luz de la lampara roja aumenta en intensidad hasta empezar a quemar la pantalla – ¡¡¡NO!! – y entonces la susodicha bombilla estalló, haciéndose la oscuridad.
Madam Moulian respira con dificultad antes de recobrar el habla.
– De ningún modo Petegson debe viajag a Oguiente. Seguía el fin del grupo... ¡¡el fin del Mundo!! – grita nerviosa – Lelland, debe asegugagse que el fotóggafo viaje a Occidente o se quede aquí. Si se une al ggupo de la china están acabados.
Lelland tembloroso y excitado se arrodilla en el suelo y le dice a la pitonisa que el convencerá a Peterson de eso, pero que a cambio Madame debe hablarle de todo..
Madam gimió antes de continuar
– Todo esto lo sé desde que El Gasgadogde Velos me consedió el Don de la Pgecognición Omnissiente. Alguien explicagá lo mismo que le he contado yo de aquí unos meses. Yo estuve pgesente en ese momento del futugo hace un año. También sabgá que el Mensajego pgetende haceg que los Dioses Alienígenas vuelvan a dominar la Tiegga.
– Señora,esto es más de lo que yo me imaginaba,no somos más que marionetas de esos seres.. Y ese mensajer,¿quién es? Habrá que detenerle..
– A él no podgás deteneglo, pego sí a sus lacayos – advierte Madam – Debo advertigte que no lo sé todo. Y aunque lo supiega me abstendgia de contagtelo todo. En todo caso, puedes haceg pgeguntas, pego mucho más concgetas, sobge pegsonas, cosas o lugagues que ya conoscas. Aunque ya te puedo avansag que las respuestas a tu amnesia las encontgagás en la Tiega Austgal.
– Vaya, habla usted de muchas cosas interesantes y no me da tiempo a asimilarlo todo.. Dígame, ¿tenemos algún infiltrado en el grupo? Lee, Chambers, Aussie, Anderson.. No sé, alguno de esos.. Y dígame también..! ¿Me ha sido infiel mi mujer cuando estaba en poder de esos seres? No la perdonaría..
Y esa Tierra Austral, es Australia,¿verdad? Es muy grande, ¿a dónde debo ir?..
– No, afogtunadamente ningún infiltgado pone en peliggo ninguno de ambos viajes. ¡¡Guecuegde evitag que Petegson viaje a Oriente!! Guespecto a su mujeg… no puedo veg el pasado, lo siento. Ese don es del señog LaFleug. Y de la tegsera pgegunta… no tengo más que desig. La infogmasión ya la obtuvo usted hase tiempo.
– Vaya, pues sí que no es usted precisamente un libro abierto.. Me lo temía.. Bueno, haré lo posible por evitar el viaje de Peterson a Oriente.
¿Me recomienda usted ir a Oriente, a Australia, a Sudáfrica, a Inglaterra..? ¿Algún consejo para los investigadores? ¿Debemos armarnos con algún amuleto? Ah, y por cierto, ¿Qué es éste símbolo? ¿Conoce al Padre Leclerc? Y Lelland dibuja el símbolo ese del hindú y el cura..
– Oguiente es vital paga teneg una pegspectiva detallada y gueal de lo que ocugue. ¿Un consejo? Demasiados. El pginsipal es que el Caos Gueptante tiene un as en la manga en caso de que fgusteis su plan inisial ¿Un amuleto? El ojo de Luz y de Oscuridad. Este sello lo vegueis a menudo a pagtig de ahoga. Y no sé qué signfica, pego tiene pgopiedades magicas. ¿Leclegc? No, no lo conosco. Pego muy a mi pesag, lo hagué.
– ¿Cómo podemos obtener ese amuleto? Y ese As del Caos Reptante, ¿no puede ser más explícita? Ha dicho que lo conoce todo
En ese momento llaman a la puerta, que está abierta, justo en el momento que Madam iba a responder. Una joven oficinista se asoma e intenta ver algo entre la penumbra.
– ¿Madam?
– Sí, hija mía. Díle al pgesidente que ahoga estoy pog él
– Sí, señoga
Cuando Madam se hubo asegurado que la chica estaba lo suficientemente lejos, habló
– En los libgos de Hsan que hallagueis en Oguiente. Y el as en la mangá, chercher l’astronome et le machine du Tesla, Archimède, Scott et Grindell-Mathews
Dicho esto, Madam se levantó. En la estancia parecía haber más luz, incluso antes de que la pitonisa descorriera las cortinas.
– La sesión de hoy a tegminado.
– Vaya, qué carácter.. ¿El presidente?..
– Esa pgegunta no es pegtinente – suelta Madam – A su guegueso de Shangai podga volvegme a visitag – su expresión se relajó – Le deseo mucha suegte, a usted y sus compañegos. La nesesitagán. Y si fracasan, el Mundo también.
Dicho esto e ignorando a Lelland, madam Moulian desapareció por una puerta que había permanecido oculta por la oscuridad
Pues parece que debo ir a Oriente, piensa Lelland.
* Viajeros en el tiempo
** Historias del pasado presente
Mascaroides en NY – Epílogo
APARTAMENTO 408
DEL HOTEL CHELSEA
15 DE FEBRERO DE 1925,
A ÚLTIMA HORA DE LA TARDE
Han transcurrido tres semanas desde el enfrentamiento final con los sectarios de La Lengua Sangrienta y un mes exacto de la trágica muerte de Jackson Elías
Esta mañana, en al apartamento ocupado por Peterson y Sforza, se ha reunido un numeroso y variopinto grupo de individuos. Cada uno de ellos tiene sus motivos y sus objetivos, pero a todos les une la necesidad de saber qué misterio o misterios perseguía Elías.
Quien ejerce de anfitriona es Antonella Sforza, que se ha instalado en el apartamento 408 junto a Peterson, también presente en la reunión. El fotógrafo está sentado junto a un caballete que sostiene un mapamundi enmarcado. La escritora y erudita permanece de pie frente a una mesa llena de papeles, libros y libretas. Ante ellos, ansiosos espectadores, están Lelland, Chambers y Hartland; sentados el doctor en una butaca y los otros dos en incómodas sillas.
Hotel Chelsea
La fachada
El estudio del apartamento 410 ocupado por Elías
La salita del apartamento 408 ocupado por Peterson y Sforza
Scott «Aussie» Bradley
30 años – Explorador y aventurero australiano
Antonella P. Sforza
28 años – Escritora y erudita italoamericana
Amiga y antigua amante de Jackson Elías. Compartía editorial donde ambos publicaban sus trabajos.
Autora de la novela «El brujo» y del ensayo antropológico «Brujería y demonología en la Italia del Renacimiento»