Nacido en una noble familia británica, se retiró hace poco de una larga carrera militar. Después de pasar la juventud sirviendo en las colonias, demostrando más valentía que inteligencia, a partir de cierta edad pasó a ocupar siempre puestos en Inglaterra.
Hace cinco años, a la edad de 70, fue a Nueva York, en un programa de conferencias de veteranos para la colaboración entre Estados Unidos y el Imperio Británico. Allí algo le pasó. Él tiene recuerdos borrosos de una sesión de espiritismo con una tal Madame Moulian, pero su mujer asegura que él no fue a nada de eso, que es su memoria, que a su edad ya no es de fiar.
Lo cierto es que a partir de ese viaje ya no ha vuelto a ser el mismo. Ha dejado definitivamente el ejército y ha cambiado los libros de historia militar, su antigua afición, por los de ocultismo, buscando respuestas a las horribles imágenes de esa sesión de espiritismo que en ocasiones le vienen a la memoria. Su mujer intenta distraerlo, llevándolo a visitar familiares y otros eventos sociales, pero lo único que a veces distrae al coronel es la caza, los paseos por el campo para pensar y mantenerse en forma, y las charlas sobre antiguas batallitas.